Rerum Novarum: la profecía social de León XIII
Por Gustavo Restivo
En 1891, el Papa León XIII publicó una encíclica que marcó el nacimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. Más de un siglo después, Rerum Novarum sigue siendo un texto de sorprendente actualidad. Hoy, León XIV retoma aquel legado en un contexto de Inteligencia Artificial y revolución digital. ¿Qué visión animó a León XIII? ¿Puede aplicarse su mensaje hoy? ¿Y qué representa su relectura por parte del nuevo Papa?
En pleno auge de la Revolución Industrial, León XIII alzó la voz desde el corazón de la Iglesia para reflexionar sobre la “cuestión obrera” que desafiaba al mundo de su tiempo. Corría el año 1891, y el Papa comprendía que los profundos desequilibrios provocados por el capitalismo liberal —la explotación laboral, la concentración de la riqueza, la desaparición de los gremios y la indiferencia estatal— eran mucho más que un problema económico: eran una crisis moral y antropológica.
Con Rerum Novarum, León XIII no sólo denunció los abusos del naciente sistema industrial, sino que rechazó la solución que proponía el socialismo de su época. En su lugar, propuso un camino original, una sociedad regida por los principios del Evangelio, donde capital y trabajo se reconocieran mutuamente necesarios, y donde el Estado, sin absorber ni a la familia ni al individuo, asumiera la obligación de proteger a los más débiles.
Una visión profética
La fuerza de Rerum Novarum reside en haber introducido, desde el cristianismo, una nueva gramática para hablar de justicia social. Para León XIII, el trabajo no era una mercancía, sino una extensión de la dignidad humana. El salario debía permitir una vida digna; la propiedad privada era un derecho natural pero con función social; el Estado debía proteger sin asfixiar. Y la Iglesia, desde su misión espiritual, debía también comprometerse.
De León XIII a León XIV: el eco de una herencia viva
134 años después, ese legado ha sido invocado con fuerza por el nuevo Papa León XIV, quien explicó a los cardenales que su nombre no es casual: considera que la Iglesia debe afrontar una nueva revolución industrial, pero esta vez marcada por la Inteligencia Artificial y los dilemas éticos, sociales y laborales que de ella se derivan.
“Estamos nuevamente ante una transformación radical del trabajo, de la economía, de la relación entre los hombres y las máquinas”, dijo León XIV en reunión privada, y añadió: “El espíritu de Rerum Novarum debe ser actualizado, no repetido” (valoresreligiosos.com.ar).
León XIV interpreta que, así como su predecesor en 1891 ofreció una brújula moral para una sociedad que se industrializaba sin alma, hoy la Iglesia debe alzar la voz ante el avance de tecnologías que pueden deshumanizar. Su elección de nombre es, en sus palabras, “un programa de pontificado”.
¿Qué sigue vigente?
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La afirmación del trabajo como clave de la dignidad humana.
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La crítica a sistemas económicos que convierten a las personas en descartables.
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El reclamo de justicia distributiva.
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El valor de las asociaciones intermedias y la primacía de la familia sobre el Estado.
¿Qué debe adaptarse?
Rerum Novarum surgió en un contexto fabril, local y patriarcal. La realidad digital de hoy es global, algorítmica, transnacional. No basta con repetir fórmulas, hace falta repensar el derecho al trabajo cuando los sistemas de IA reemplazan tareas humanas, y cuando millones trabajan en plataformas sin horarios, derechos ni estabilidad.
Además, la enseñanza social de la Iglesia debe abrirse a otras culturas, religiones y saberes. No puede proponer un modelo de justicia desde arriba, sino construirlo desde el diálogo con el mundo.
Conclusión: de la fábrica al algoritmo
León XIII tendió un puente entre fe y justicia social en tiempos de vapor y acero. León XIV quiere hacerlo en tiempos de servidores y sensores. Ambos comparten una intuición, que sin justicia y dignidad, ninguna sociedad —ni siquiera la tecnológica— puede sostenerse.
Hoy, más que nunca, Rerum Novarum no es un documento del pasado, sino una semilla que sigue germinando. Y el desafío de León XIV será mostrar cómo esa raíz cristiana puede dar frutos en un mundo donde las nuevas "máquinas" no son de hierro, sino de código.
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